Desde que Rajoy decició destapar el tarro de sus esencias y mostar a todo el mundo lo miserable que puede llegar a ser, tanto política como personalmente, está Ruíz Gallardón que no cabe en sí de gozo. No de ambición, que eso siempre ha sido galáctica, sino de gozo, porque el ahora alcalde de Madrid nunca lo tuvo tan claro para llegar a asaltar el Partido Popular.
Y así va como los antiguos turroneros no de pueblo en pueblo sino de entrevista en entrevista dejándose escuchar a quien quiera escucharlo. Porque, desde luego, es para leer una y otra vez la perla semanal que nos ha dejado en su entrevista al afimar que el PP no es de derechas. ¡Que el PP no es de derechas! y lo dice ahora, en el 2008, después de que los españoles llevemos desde 1975 creyendo que el Partido Popular representaba a la derecha española. Claro que muchos dirán que no hay que tomar en serio a este traidor eterno, porque toda su carrera política ha sido una traición tras otra siempre que ha podido, pero la cuestión es que desde Génova 13 han asumido como propio el discurso gallardonita y ahora que por fin ha desvelado el misterio de la corona podrá dormir en paz su compatriota Javier Arenas que por lo que parece se resiste como gato panza arriba a significarse demasiado con Rajoy. Porque Arenas apoyará a Rajoy con toda la pasión que su cinismo incombustible le pueda dar, pero ahora, si Rajoy se cae, que se caerá sin duda alguna, no va a ser él la siguiente ficha del efecto dominó. En esto, hay que reconocerlo, es Javier un maestro sin igual, no por casualidad le llamó Felipe Gónzalez "arenas movedizas". De todos modos aún así no podemos olvidar que Arenas es una criatura de Aznar, aunque el andaluz lo niegue antes y después de que cante el gallo.
Pero el problema del PP no es que sea de centro o sea de derechas, el problema del PP es la clase dirigente que a día de hoy lo puebla, con escasas excepciones, y que no son mucho mejores que los que pueblan el partido socialista. Claro que tanto Rajoy, como Gallardón, como Basagoiti, confían en que la crisis haga el trabajo sucio que ellos no pueden lograr por las buenas, y es que las gente les vote a ellos por encima de lo que son. Si Zapatero se ve incapaz de gestionar la crisis, que no va a ser capaz, solamente queda Mariano Rajoy como el último refugio de tantísimos ciudadanos que por encima de la dignidad, de España y de la libertad, les importa su bolsillo y poder llegar a fin de mes. Rajoy se aferra a esto como a un clavo ardiendo para advertirnos, después de 2 elecciones perdidas, "que sabe como ganar las elecciones", "que tiene la fórmula necesaria". ¿Cuál es esa fórmula que no pudo aplicar hace bien poco y que ahora sí podría aplicar?, pues una crisis económica que se lleve por delante a toda la sociedad y al gobierno zapateril. En esto compartiría ideología con Felipe González, cuando en un viaje a China se quedó prendado de gato negro, gato blanco, lo importante es que caze ratones. Para Rajoy, sea por activa, sea por pasiva, lo importante es llegar al poder.
Pero quizás en lo que dice Gallardón exista algo de verdad, y a día de hoy el PP no sea esa derecha liberal que adoptó Aznar como fórmula esencial para llegar en 1996 al poder. Qué duda cabe que de aquellos principios, apenas queda nada, y de la mayoría de su legado se avergüenzan hoy todos aquellos que se llaman centristas. Es más, cuanto más centrista más asco le tienen al legado aznarí.
Dicen algunos, como una evidente cara durísima, que Aznar fue un político totalitario que si no llegó al estatus de Mussolini, como mínimo, fue porque no le dejaron, pero que ahí tenemos a la persona enloquecida de soberbia apenas disfrutada la mayoría absoluta de 183 diputados. Siendo esto discutible, la realidad es que el Partido Popular de 1990 en adelante se articulaba en torno a una ideales y a unos valores que unían a todo un grupo de políticos, algunos muy diversos entre sí, aparte de la mano de hierro del presidente.
Pero a Aznar nunca se le ocurrió decir después de dos derrotas que iba a seguir por el bien de su partido y de su país. Es más, a Aznar nunca se le ocurrió decir que quienes no estuvieran de acuerdo con sus maneras que se fueran a otro partido. Es más, a Aznar nunca se le ocurrió traicionar a Gregorio Ordóñez. A Rajoy, a falta de Ordóñez, tuvo a San Gil. Y, desde luego, a Aznar no le llevaron los avales en cajas cerradas como si fuesen cestas de navidad, con lacito. Puede ser que Aznar fuese más duro en las formas, pero las miserias que se han visto con Rajoy y sus tics autoratarios y déspotas no tienen nada que envidiar a los posibles que cometiese Aznar en el partido y en el gobierno ya con mayoría absoluta. Rajoy, lo único que tiene de absoluto es la derrota, como su compadre Arenas. Por eso, quizás, se entienden tan bien.
Gallardón asaltará el PP y, visto lo visto, el PP se dejará. Solamente saldrá Esperanza Aguirre a intentar frenar a Gallardón, pero ya será demasiado tarde. Todo el aparato del partido, todo lo que salga de Valencia, va a ir encaminado a la posterior gloria y caudillaje del alcalde de Madrid. La pregunta es, ¿pagará el tributo al presidente de honor del PP dejando a su mujer como alcaldesa?. Sinceramente a día de hoy la vileza no es una opción posible dentro del PP sino un imperativo casi moral. Que nadie lo descarte.
lunes, 16 de junio de 2008
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2 comentarios:
Je, je. El centro no existe, Gallardón es el malo. Cuando llegan las elecciones (ejemplo: las últimas municipales) ¿a quien votamos? No seamos falsos.
Siempre queda la opción de votar a UPyD, que por lo menos no se avergüenza de su proyecto político.
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