Después de que un candidato de color con Hussein de apellido sea el elegido por el partido demócrata para la presidencia de Estados Unidos, uno ya tiene que aceptar que las sorpresas empiezan a ser un estado posible dentro de la alta política. Lo de color a estas alturas tiene ya poca importancia, pero yo confieso que cuando supe que se apellidaba Hussein a mí mismo me dije que ese tío, Obama, no tenía nada que hacer, y ya si encima tenía enfrente al último linaje presidencial de los demócratas, los Clinton cuya Hilary, no hace falta ni que lo diga, no tiene nada que ver con Ana Botella.
Sin embargo aquí en España no estamos para muchas sorpresas, y mientras la mayoría de los mortales asistimos como convidados de piedra a una crisis económia que va tomando tintes dramáticos sin que el gobierno parezca querer hacer nada contra ello, los habitantes del planeta Rajoy andan muy ocupados, después de injuriar y chulear a Juan Costa, en convencer al dirigente castellones de que vuelva al redil marianista del que nunca tuvo que haber salido. ¿Dónde mejor que con Mariano, querido Juan?, dicen ahora todos los palmeros rajoyistas con aspiraciones a un sillón más cómodo en el partido o en la oposición.
Pero quizás lo que Costa sabe es que ya no solamente es demasiado tarde sino que físicamente es imposible poder presentar en el congreso una lista alternativa a Rajoy, pues ya se ha encargado el déspota gallego, ojo no confundir con Fraga, en tener el 70% de los avales en su poder y hacer así practicamente imposible que ningún otro candidato pueda optar al número de avales necesario, aunque ya explicaron unos militantes de castilla y león como retirar el apoyo a Mariano. Seguramente no esperaban ya nada en el partido.
Lo que pasa, según cuentan por ahí, es que Costa va a escenificar una lista alternativa para disputarle el poder a Rajoy no en el congreso, sino fuera de él. Es decir, un grupo paralelo al rajoyista dispuesto a tomar el partido en el momento que las urnas se abran y salgan de ellas el descontento que, según parece encuestas en mano, existe entre los habituales votantes del PP. Todo, eso sí, dentro de la lealtad al PP y al proyecto común del partido. Lo malo es que, según Arístegui, ya no existe ese proyecto común en el PP y la culpa la tiene Mariano Rajoy. Aún así cuesta realmente entender como es posible que Gustavo hace pocas semanas saliese del despacho de Mariano lleno de buenas palabras y alimentos, para estallar precisamente ahora con todo lo que le tuvo que haber dejado claro a Rajoy durante su reunión. Y, en el caso de que se lo dijese, que no saliese ante los micrófonos a escenificar un mensaje que distaba mucho de corresponderse con la realidad.
Personalmente, y quitando el hecho de que Rajoy siga empeñado en ser el caudillo por la gracia de Dios del PP, lo peor que le ha podido pasar al partido durante esta crisis ya algo longeva, es el retrato que ha hecho cada uno de sí mismo dejando al descubierto grandes sorpresas. No digo esto, claro está, por Javier Arenas, no le llaman por casualidad arenas movedizas, sino que me refiero a dirigentes como Camps, Cospedal o Valcarcel, y eso que este último dijo que ya se iba de la política, que se han autonomionado como la decepción revelación de estos nuevos tiempos peperos. Por supuesto que personas como Alfonso Alonso o Soria, quedan a un lado de este análisis, ellos entran directamente en la miseria y la traición nauseabunda como forma de caminar por este mundo.
Yo sigo insistiendo que Costa no es el revulsivo que necesita el PP, quizás sea porque es, para mí, como para muchísimos españoles, un gran desconocido, y a lo mejor luego cuando se de a conocer levanta oleadas de pasiones y entrega popular. No lo sé. Pero si ya vamos a hablar de apuestas seguras a la hora de rescatar al Partido Popular del secuestro marianista en el cual se encuentra sumido, qué duda cabe que figuras como Esperanza Aguirre, Rato, María San Gil o incluso Mayor Oreja, son valores seguros a la hora de reactivar el verdadero fundamento del PP que no es otro que la defensa de la unidad de España y la política económica liberal, que, a fin de cuentas, fueron los culpables de la mayoría absoluta que en el 2000 obtuvo el Partido Popular, por mucho que Aznar, esa misma noche, se dijese, totalmente encantado de sí mismo, que la guerra civil había terminado.
Cosas más raras se han visto, es verdad, pero o mucha prisa se da la sorpresa americana y cruza el charco o de aquí a Valencia Mariano Rajoy llegará inmaculado para ser aclamado por sus fieles palmeros.
miércoles, 4 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario