martes, 3 de junio de 2008

ENTRE COSTA Y RAJOY

Como siempre suele pasar, y es costumbre en España, el hervidero de versiones, rumores o sucedáneos sobre la reunión de ayer en lo que queda del Partido Popular, es algo que nos desborda no solamente de manera intelectual sino también de manera fisiológica. Y digo fisiológica porque hay versiones, artículos y confidencias que provocan en la persona que lo lee, realmente, una especie de náusea próxima al vómito que sólo se puede reprimir cerrando de inmediato la ventana de la web. Porque es cierto que no es novedad que la mentira y el servicio a una causa, por mala que sea, sea un invento actual para que algunos periodistas aspiren a una nómina mejor, pero siempre ha habido categorías hasta en la hora de mentir, porque puestos a mentir y a enrredar no todo el mundo sabe hacerlo.

Evidentemente no es mi propósito, hoy, analizar qué versiones pueden ser ciertas y cuales no; o, simplemente, analizar las versiones. La cuestión es que fuera de los dimes y diretes, existe una realidad que puede tomarse como referente para poner sobre la mesa la situación aproximada del Partido Popular, y es que si el futuro de la derecha española está entre Rajoy y Costa, futuro más negro no se ha visto desde los tiempos de Carlos II, el cual se fue al otro mundo sin dejar heredero mientras las potencias europeas se disputaban España como si de una subasta, pero a base de pólvora, se tratase.

Yo no sé si, al final, Mariano Rajoy podrá equipararse a Carlos II, porque quizás el gallego sí que tenga legatario pero no legado que legar, pero, y esto es una impresión personal, no es Juan Costa ni el Kennedy, ni el Churchill, ni el Aznar, que necesita el Partido Popular.
En este sentido, y sin que sirva de precedente, tienen razón los marianistas cuando esgrimen que muchos dicen No a Mariano pero no proponen una alternativa. Algunos van más allá y dicen, directamente, que no existe sustituto posible para Rajoy. Y este es un gran problema, que los pocos que quieren no dan la talla y los que darían la tallan no quieren ni oír hablar del asunto. En esto Rajoy está teniendo mucha suerte, porque que sea Juan Costa el que, precisamente, quiera canalizar el descontento social con Rajoy y las inquietudes políticas de muchos cargos populares, no es desde luego para alarmarse.

No obstante, es evidente que el PP necesita un nuevo líder, que Rajoy se ha descubierto no solamente como un eterno perdedor sino como un déspota a la gallega que no oculta con su socarronería calculada la misera que se esconde detrás de sus palabras, de sus actos y, como no, de sus silencios. No hay mayor ni más diamantino ejemplo del "talante" rajoyista que el trato vejatorio de acoso y derribo empleado por Génova 13 contra María San Gil. ¡Y lo mejor de todo es que los marianistas justifican la patada a María San Gil porque perdía las elecciones!, ¡Y lo dicen los palmeros de Rajoy, un ganador nato como todos sabemos! pero como aquí no parecen tener demasiada vergüenza los sorayos y los lasalles, pues el papel aguanta todo.

Yo creo, sinceramente, que Juan Costa no va a presentar batalla a Rajoy por dos cosas: la primera, que denunció ayer en la reunión, que es la dificultad para presentar una candidatura; y la segunda, la falta de apoyo manifiesto, por lo menos hasta lo que se conoce, a la figura del político castellonés. Vayamos por partes.

Desde que Rajoy anunció que iba a convocar un congreso del partido para que se presentara, frente a él, quien quisiera, ya dejó patente que no solamente no estaba dispuesto a irse sino que, además, iba a tomar todos los atajos posibles y poner en prática todo el juego sucio aceptable para que nadie osase disputarle la poltrona de la oposición. Rajoy sabía que si convocaba primarias y votaban todos los afiliados, le quedaría en el PP hasta que llegase el congreso, ni un día más. Por esto mismo convocó un congreso manejado por el aparato del partido para intentar hacernos comulgar con ruedas de molino y demostrar que nadie en el PP estaba dispuesto a disputarle el liderazgo porque todos, con más o menos reservas, aceptaban que no había vida posible más allá de él. Lógicamente, y por muchos esfuerzos que gastaran Rajoy y sus palmeros en convencernos de que eso de las primarias era algo no solamente ajeno al PP sino que no formaba parte ni de una cultura democrática, las irregularidades, atropellos, despotismo y prevaricación pólítica que se ha producido en el proceso de elección de los compromisarios y recogida de avales, han dejado al desnudo las miserias democráticas que presenta el Partido Popular no en su base social sino en sus dirigentes. De ahí que de las primarias extraterrestres al globo terráqueo pepero, hayamos pasado, progresivamente y tampoco en demasía, a la necesidad de que los militantes eligan al líder para que este se presente como legítimo y querido en el partido. Mariano, ni es legítimo, lo eligió un dedo, ni es querido, sólo lengueteado por sus palmeros hasta el día que ya exista otra superficie trasera que lamer.

No es el tiempo que falta hasta el congreso lo más difícil para Mariano, sino lo que viene después. Ya sabemos que Arriola se ha encargado de convencer a Rajoy y sus palmeros de que con el paso del tiempo y la crisis, los votantes del PP se olvidarán de todo esto y volverá a arrullarse en las manos de Mariano de manera pasional, como si de una reconciliación se tratase. Pero yo, realmente, no lo veo así, entre otras cosas porque existe un partido como UPyD donde pueden descargarse tantísimos votos estafados y agraviados por las maneras y las políticas del nuevo Mariano.

Quizás el PP pueda sobrevivir a Rajoy, cosas más heróicas se han visto, pero no cabe duda de que llegará un día donde tantas cosas que hoy se niegan ya saldrán a la luz y todos aquellos que hoy se declaran rajoyistas integrales ya criticarán y contarán las cosas de una manera muy distinta de como ha sido. Pero así es la vida, y más en política. Recuerdo que no hace mucho Esperanza Aguirre dijo algo que debería de haber tomado Rajoy como propio, y es que no quería adhesiones inquebrantables ni para ella. Empero, Rajoy es al revés. Y eso, que nadie dude, que tarde o temprano le pasará factura. Y quien sabe si fractura al PP.

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