jueves, 12 de junio de 2008

EL SUEÑO DE MARIANO

No siempre las cosas llegan cuando uno más las necesita, si no que se lo digan a Rajoy que debe de estar lamentándose todos estos días porque esta huelga radical y salvaje no se hubiese producido a un mes o unas semanas antes de las elecciones. Y es normal, porque la única esperanza que le queda al déspota gallego, ojo no confundir con Fraga, es alguna catástrofe de tipo económico que lleve al PP en volandas al poder después de todas las fechorías que ha perpretado y consentido desde unos meses a esta parte el siempre discutido líder del Partido Popular.

No obstante, se le nota a Rajoy feliz y tranquilo, ahora que sabe que Bulgaria será un paseo militar donde le lloverán rosas y claveles en cada metro cuadrado que pise. Jamás se habrá visto un ejercicido de cinismo colectivo más acomparsado que los vitores que recibirá Rajoy por los mismos que dentro de año, o año y medio, lo echarán a patadas siempre en nombre de la nómina que verán amenazada a perder.
Lo mejor de todo, no obstante, es la inicial disposición de Rajoy para integrar a todos, porque nadie sobra en el PP, incluso los que han sido detractores míos, como Juan Costa o Esperanza Aguirre. Yo no sé si esto sería más un ejercicio de estupidez política o de candidez personal, pero sea como sea sería algo bastante chocante que personas como la lideresa o Juan Costa estuviesen incluídos en las listas de alguien que le invitó a una a irse del partido y ha torpededado al otro todo lo que ha podido, eso sí, siempre sin dar la cara. No es, precisamente, Rajoy un político valiente.

Claro que en política cosas peores se han visto, y quien nos dice que es imposible ver a Esperanza y Gallardón bajo un mismo techo personal, el de Rajoy. La cuestión es que si ya sobreviven a duras penas en un mismo partido, ya en una estructura destinada a servir a Rajoy, porque Rajoy solamente quiere a los demás para que le sirvan, la convivencia sería bastante difícil. Aunque, visto de otro modo, tal vez muchos piensen que estar dentro de la organización del partido sea un aval importante para suceder a Mariano dentro de poco tiempo. También puede ser, y no debe descartarse, que la situación económica se torne tan insufrible que Rajoy tenga posibilidades reales de ganar las elecciones y decida llegar hasta el final.

Sea como sea, nadie puede negar que tal y como está el patio España necesita una alternativa real y solvente a un zapaterismo que a los pocos meses de refrendarse en las urnas está ya ciertamente bastante quemado. Esta huelga de los camioneros amenaza con llevarse por delante todo el tinglado político del PSOE que no pudo derrotar Rajoy en 4 años. Pero, como decía, España necesita una oposición preparada y coherente para empezar a gobernar si las cosas se tuercen mucho y las elecciones se anticipan. Es verdad que esto es hilar demasiado fino, y más depués de hacer celebrado unas elecciones hace escasos meses, pero como la inutilidad de Zapatero es algo más que una leyenda urbana, si las cosas vienen mal dadas la magnitud del desastre que se montará será tal que no quedará más remedio que una salida electoral como vía de escape. Pero, insisto, esto ya es hilar demasiado fino.

Empero, también puede ser que las aguas vuelvan lentamente a su cauce y que Zapatero acabe teniendo suerte y conservando una cierta tranquilidad social que le permita seguir en sus sueños zapateriles. En este caso que nadie dude de que la situación interna del PP se empezará a pudrir de una manera que ni Soraya ni su bola de cristal podrán detener. Por el momento hay 3 elecciones a la vista que serán, muchos lo desean así, la tumba definitiva de Rajoy, un político perdedor que se resiste a abandonar la poltrona con uñas y dientes. Gallegas, vascas y europeas, mal pintan para Rajoy, aún en el caso de que la economía siga dando reveses al optimismo antropológico zapateril. Feijoó no hay quien lo trague, en el PP vasco puede arder troya, y en las europeas hay muchos esperándolas para decirle a Mariano, para recordarle, que la mayoría de los votantes del PP no lo quieren.

En fin, tiempos convulsos corren para Zapatero y para los españoles, pero por mucho que Rajoy ya desfile hacia Bulgaria con las tropas aseadas y entonando la melodia del vencedor, haría bien en recordárse a sí mismo, aunque fuese calladamente, que poco mérito tiene una victoria donde uno es juez y parte y, además, no lucha contra nadie.

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