Ha sido hoy, en Onda Cero, donde Rajoy ha tenido a bien someterse a una especie de entrevista pasteleada por su ahora amigo Carlos Herrera que lo mismo está para un roto que para un descosido, y aunque hoy es rajoyista hasta extremos de manipulación informativa, sí, sí, Carlos, mañana quien sabe a quien le reirá los chistes, tal vez a Costa, que nadie lo descarte.
Pero Rajoy ha vuelto otra vez a hablarnos de centrar el PP, de la centralidad, y de huir de las esquinas, como si de vulgares rameras se tratasen los dirigentes del partido. Bueno, a lo mejor no lo decía en ese sentido, pero la mente humana tiende siempre a pensar ante ciertas expresiones lo primero que nos trae el instinto. Aún así, lo que más ha causado pavor entre la gente de la calle es su apuesta más que definitiva por Ruíz Gallardón, siendo esto, para muchos, algo más grave que echar a patadas a María San Gil y menospreciar de manera más que bochornosa a Ortega Lara.
Es verdad que Gallardón representa una opción política que poco o nada tiene que ver con el PP, aunque el ahora alcalde de Madrid lleve desde tiempos inmemoriales, casi desde la fundación de Alianza Popular, militando en la derecha creada e inventada por Fraga, aunque la particular memoria histórica oficial del centrismo rajoyista nos diga como quien no quiere la cosa que fue Fraga el que inventó esto del centro. Y esto en 1975, cosa que no impide que en pleno 2008 ya sigan pidiendo la vuelta al centro, la centralidad, del Partido Popular.
Es verdad que Gallardón ha traicionado a todos los valores y a todas las personas que se le han puesto a tiro en su lucha por el poder, mención especial a la traición no consumada contra Aznar en 1996 al conspirar junto a Polanco para ser él, Ruíz Gallardón, el candidato necesario para que el PP pudiese gobernar.
Pero siendo estos rasgos cualidades que le inhabilitan para optar a una presidencia del gobierno, amén de ser el candidato preferido de la progresía, no es Gallardón mucho peor que Rajoy y sus palmeros. No, no, simplemente es quien ha ido más lejos en el desarrollo teórico del centrismo, mano a mano con Arenas, aunque el andaluz no tenga el punto de cursilería arrogante que tiene el madrileño.
Pero yo no creo que haya que dejar de votar a Rajoy porque vaya Gallardón junto a él. Yo creo que hay que dejar de votar a Rajoy, primero, por el propio Rajoy, un peligro público para la democracia, y luego por actitudes tan infectas y despreciables como la tenida por el líder popular y sus palmeros con alguien como María San Gil, que vió morir en su propia cara a Gregorio Ordónez a manos terroristas. Solamente por este hecho Mariano Rajoy se habría tenido que poner de rodillas ante alguien que no solamente supera políticamente a Mariano, cosa no muy difícil, sino que está muy por encima, pero ampliamente, como referente moral y como dignidad personal en la política. Es evidente que esto a Rajoy le importa bien poco.
Dice Rajoy que sigue siendo el mismo, y que sus valores no han cambiado. Y que, además, no puede tolerar que desde fuera se insinúe, se le ataque por esto. El problema de Rajoy es que, quitando a sus palmeros, nadie le puede creer ya. Ha mentido tanto, que no puede confiar en alguien así. Quizás dice la verdad y sus valores fueron siempre estos que ahora vemos, con el agravante de que nos ha tenido más de 4 años engañados. Si es así ese mérito habría que reconocérselo.
Por esto mismo, que Rajoy le quiera entregar el partido a Gallardón no es lo peor de todo, sino el final del camino. Sin la expulsión de María San Gil, sin la presencia de personajes impresentables como Soria en el PP, sin nombramientos de sorayos y lasalles por doquier, o la defenestración de políticos como Acebes o Zaplana, Rajoy no podría servir en bandeja de plata el PP a Gallardón, el eterno aspirante a ser el presidente de todo y de todos.
jueves, 5 de junio de 2008
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