Una de las cosas que más me llamaron la atención desde muy pequeño era un letrero que existía en la puerta principal del cuartel de la guardia civil de mi ciudad y que decía TODO POR LA PATRIA. Creo que a día de hoy si no han quitado esto estarán en proceso de madurar una iniciativa parlamentaria, a poder ser del PNV, para retirar este lema arcaico y fascista de todos los acuartelamientos de España.
Algo parecido, sin embargo, viene pasando en el PP desde que Aznar decidió nombrar, unilateralmente, a su sucesor; y en particular desde que Rajoy, después de perder por segunda vez, decidió no irse a su casa por el bien de España y de su partido.
Ya in illo tempore cuando el faraón aznarí estaba meditando de manera onanista el posador de su dedo, los candidatos in pectore a la sucesión, amén de enredadores de siempre como Arenas, ya se confabularon para asegurar que fuera cual fuera el sucesor, el partido debería de permanecer unido en torno a su figura, y digamos que esto así fue a pesar de ser elegido el candidato de nadie, es decir Rajoy, y a pesar de haber perdido de manera traumática el poder el 14-M, con 200 muertos aún encima de la mesa.
Desde entonces y hasta ahora hemos venido asistiendo a una contención específica de muchos cargos del PP donde ninguno, ni nadie, siempre públicamente, ha cuestionado o abierto el debate de la idoneidad de Rajoy para ser el líder del partido, aceptando como bueno alguien que recogía unidad y apoyo siempre basado en el radical rechazo de muchos sectores sociales, y del partido popular mismo, a la figura de Zapatero. En este sentido Rajoy tiene que agradecerle al presidente socialista sus políticas erróneas y que despertaron una conciencia social donde lo importante no era a quien votar, sino a quien votar para echar a Zapatero. Y, en este sentido, nadie estaba mejor posicionado que Rajoy, lógicamente.
Pero la derrota del 2008 abrió un panorama en el Partido Popular donde el liderazgo de Rajoy ya pasaba de no ser discutido a esperar su renuncia para no discutirlo, y como Mariano decidió no renunciar, las aguas empezaron a tornarse turbulentas, y no digamos ya con los primeros pasos políticos de la nueva etapa rajoyista, donde todo mediocre tiene su asiento y todo pelota tiene su elogio. Además de otras muchas fechorías.
Cuando Rajoy afirmó que él no tenía la culpa de la derrota, ya empezaron a sonar ciertas alarmas visuales sobre el estado mental y moral del gallego. Pero ya cuando dijo que se quedaba por el bien de su partido y de su país, el sonido de las sirenas acústicas advirtiendo el cesarismo naciente ya fue ensordecedor. Y de aquí, hasta ahora, todos sabemos el recorrido y lo pasado, y lo que puede llegar a pasar, siendo responsable, de manera directa e ineludible, Mariano Rajoy Brey.
Seguramente existían muchos lemas para titular el congreso a la soviética que va a celebrar el PP, pero el lema elegido "creciendo juntos" no es, precisamente, el que más favorece a la imagen del partido sin que suene, ciertamente, a pitorreo y burla hiriente. A lo mejor es el lema de Cospedal, para la cual la pérdida de un millón o dos millones de votos no le preocupa en demasía. Hay que reconocer que en toda esta historia del rajoyismo despótico, Cospedal ha sido uno de los mayores fraudes y sonadas decepciones que se han revelado en el PP.
Pero la realidad es que ni el PP está creciendo, ni en el PP están juntos. Más bien revueltos, que es distinto, pero juntos, lo que se dice juntos, no.
Suele pasar que muchos están esperanzados en que llegue el congreso, se cierre sin sobresaltos, y el tiempo y la distancia haga olvidar a tantísimas personas que, a día de hoy, han decidido no votar más al Partido Popular. Sin embargo, esta opción se puede decir que ni siquiera es una opción, sino directamente un suicidio que ni los más viejos del lugar pueden recordar en la rica historia de conspiraciones y líderes derrotados que cosechó Alianza Popular.
Nadie puede dudar que de aquí al congreso, aún quedan unas semanas, puede pasar cualquier cosa, pero el propio Juan Costa ha puesto de relieve algo que todos sabemos, en especial los militantes del PP, y es que presentar una candidatura alternativa a Rajoy puede ser, sencillamente, imposible. Y es que cuando un candidato es, a la vez, el presidente del partido, pues lógicamente, en la lógica despótica de Rajoy, utiliza todos los medios y los consortes del partido para hacer campaña e impedir, así como quien no quiere la cosa, una lista alternativa. Que nadie dude que si Rajoy nombra una gestora para un congreso o unas primarias, esto último sería miel sobre hujuelas, a día de hoy no sería Rajoy el candidato búlgaro para seguir alargando y agrandando, aún más si cabe, la crisis popular.
Siempre quedará, no obstante, la postura de aquellos dirigentes que no verán con buenos ojos a Rajoy pero para los cuales la unidad del PP está por encima de todas las cosas. Craso error. ¿Qué es eso de la unidad del partido por encima de los principios y los valores?, pues, eufemísticamente, el poder por encima de toda decencia y dignidad. Más o menos como el centrismo, excusa perfecta de todos aquellos que estarían dispuestos a renunciar a los valores por los que han sido votados con tal de tener cuaqluier poltrona que calentar y cualquier despacho que disfrutar. Ahí tenemos, entre otros, a Feijoó, dispuesto a pactar con el BNG pero sin renunciar a los principios, esto es, renunciando a los que haga falta, pero ni uno más, eso sí.
Pero tanto Rajoy, como Gallardón, como Arenas, parecen desconocer, cosa normal en seres superiores como ellos, que la mayoría de votantes del PP no creen que la unidad del partido esté por encima de los ideales. Ni siquiera son como los votantes de la izquierda, para los cuales está el partido, o el odio al PP, por encima de cualquier cosa, ahí tuvimos el ejemplo en 1993, con la victoria inesperada de Felipe González. Entre otras cosas porque muchos ex votantes del PP ven con agrado la abstención y otros ven con alivio la opción de UPyD. Claro que muchos centristas del PP y políticos a sueldo del líder que toque, dirán que UPyD es un partido de izquierdas, y que los votantes del PP, ahora sí, son de derechas, porque claro, si son de centro, pues sería hasta normal que votasen a UPyD. Pero que nadie se equivoque, Rosa Diez presenta un activo que es lo que llama de manera insistente a votarla por parte de los desencantados del PP, que ya son muchedumbre, y es la defensa de España y su dignidad con un arrojo y una valentía que contrasta, precisamente, con la cobardía e indignidad que exhiben, a día de hoy, Rajoy y sus palmeros, los cuales no tienen otra cosa que decir, con la que está cayendo, que "crecemos juntos".
lunes, 2 de junio de 2008
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